sábado, 12 de mayo de 2018

LA ASCENSIÓN DE JESÚS


Colaboración de Paco Pérez
Los hechos que concurrieron para que Jesús fuera crucificado, que su cuerpo sufriera las consecuencias humanas de esa acción, que muriera, que unos días después resucitara como Él lo había anunciado previamente y que durante cuarenta días estuviera apareciéndose, estas acciones fueron el acto final necesario para que se consolidara en los apóstoles la comprensión de su mensaje sobre el “Reino de Dios”.
Las apariciones a ellos durante esos días fueron decisivas para que los incrédulos abandonaran sus dudas pues hasta esos acontecimientos la creencia les flaqueaba pero por éstas asimilaron las enseñanzas y recomendaciones que les dio durante estos días. Después de subir al cielo recibieron lo que les prometió, la venida del Espíritu Santo, y ya salieron sin miedo a predicar al pueblo.

Lo sucedido en estos días marcó el final del modelo religioso que tenían y fue el comienzo de un nuevo planteamiento, en éste no tenían acogida los ritos que en el Templo eran oficiados por unos sacerdotes sin escrúpulos que seguían las rutinas y tradiciones ancestrales del “pueblo de Israel”.  
Jesús, antes de la “Ascensión”, se apareció de nuevo a los once para darles las últimas instrucciones: Que fueran a todos los pueblos en misión evangelizadora para predicar y bautizar a los que creyeran.
Les dio una señal: Quienes acogieran su mensaje y se bautizaran recibirían unos dones con los que podrían realizar unas acciones especiales, éstas servirían para demostrarles que habían hecho bien los deberes y para advertir a quienes se empeñaran en seguir sin creer que corrían el riesgo de condenarse.
Pablo, ejerciendo la labor evangelizadora encomendada, instruía a los cristianos en los principios del AMOR y la UNIDAD: Un Dios, un Espíritu, una fe, un bautismo, una esperanza, un pueblo… También les recordaba qué debían hacer, a diario, al relacionarse con las personas de su entorno: Permanecer unidos en el Espíritu y así, empujados por la fe, deberían comportarse con humildad, comprensión, esfuerzo, amabilidad… ¿Por qué?
Dios regala a los hombres unos dones y nosotros los deben utilizar trabajando por el Reino, con responsabilidad y desde el encargo recibido, como evangelizadores, pastores, leñadores, carpinteros, maestros… También les recordaba que el plan propuesto tendría éxito si todos trabajaban unidos para buscar el perfeccionamiento de los cristianos y para ayudar a la Iglesia en su labor.






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