jueves, 20 de julio de 2017

TOMANDO EL FRESCO EN LAS NOCHES DE VERANO

TOMANDO EL FRESCO EN LAS NOCHES DE VERANO
Colaboración de Paco Pérez
Capítulo IV
LAS COSAS DE MARÍA “LA GRANDE”
Los hechos históricos de hoy también me los contó Josefita Párraga una fría mañana de invierno en su casa; sentados en la mesa camilla, junto al brasero de ascuas y acompañados de su hermana Paquita y mi esposa. En una de esas Mari y Josefita, de nuevo, comenzaron a recordar nuevas historias del pasado; esa circunstancia puso en marcha la prodigiosa memoria de ésta y ya le fueron aflorando los recuerdos con una facilidad pasmosa porque eran el fruto de las vivencias reales que tuvo, en esta ocasión, con las vecinas de la calle “La Libertad”, entre las que se encontraba María, nuestra protagonista.

Un tiempo después la hija de María, Antonia Pérez Moreno, comenzó a pasar largas temporadas en el pueblo porque una hija se casó y vive aquí. Como coincidimos a diario en la cafetería pues le comenté las historias que Josefita me había relatado de su madre, lo que estaba haciendo con esa información, le gustó mucho la idea, le propuse que estuviera presente el día que fuera a casa de Josefita para mostrarles cómo habían quedado los relatos y ella aceptó encantada. Hace unos días cumplimos lo acordado y ambas le dieron el visto bueno.
Éstos relatos breves también los iré mostrando capitulados, en ellos mostraré las experiencias que hace bastantes años vivieron Josefita, María “La Grande” y unas vecinas de la calle “La Libertad” cuando se reunían en la puerta de sus casas o en las de otra vecina para tomar el poco fresco que se levantaba a esas horas en las calurosas noches del verano villargordeño.
Después de cenar la típica pipirrana con arenques, queso y mucho pan con aceite se preparaban para ir a la tertulia. Acudían con el botijo de agua fresca y la típica silla baja de enea en la que nuestras abuelas, mientras hacían sus labores de lana o de costura en invierno, tomaban el sol sentadas en la calle para que éste les calentara las espaldas; con estos útiles se marchaban todas las noches al lugar de encuentro con las otras señoras, lo hacían atraídas por la golilla de las noticias locales, eso era muy importante para ellas porque... ¡¡¡Tenían que estar actualizadas!!!
En estas reuniones diarias, cuando no había nada noticiable, se recurría a las historias que les habían ocurrido a los presentes o a otros paisanos y todo esto tenía la explicación lógica de que no había, como ahora, un televisor en cada habitación de la casa.
¡¡¡En qué se iban a entretener las criaturas!!!
Estos hechos ocurrieron hace ya muchos años, más de los deseados, y esa circunstancia es la señal palpable de que el reloj no se detiene jamás para nadie y por nada, de ahí que algunas de las personas que los protagonizaron ya hayan fallecido y ella que entonces era más joven que sus compañeras de reunión, y todavía estaba soltera, ahora los recuerda con cariño y nos regala algunas de aquellas historias graciosas que vivió entonces.
María Moreno Cañas, María “La Grande”, se casó con Juan Fernando Pérez Carretero, conocido popularmente como “Manos Chicas” o “Sánchez”, trabajaba de albañil y tuvieron dos hijos, Francisco y Antonia. El matrimonio vivía en una casa de la calle “La Libertad”, frente a la casa de Victoriano y Anica, los padres de Josefita. Esta circunstancia hizo que las familias tuvieran unas relaciones muy buenas mientras fueron vecinos y, después de marcharse a Barcelona, siguieron intactas también a pesar de la distancia, al paso del tiempo y a que desaparecieron los progenitores, pero los descendientes aún las mantienen a pesar de verse de tarde en tarde.
Como el trabajo no era muy abundante en nuestro pueblo pues el matrimonio decidió hacer las maletas y trasladarse a vivir a Barcelona en busca de una mejor calidad de vida para ellos y sus hijos, lo hicieron cuando éstos eran de corta edad.
En el verano María venía de vacaciones y, cuando la vecindad se enteraba, acudía como las moscas a esas reuniones en aquellas noches de calor, silla y porrón para escuchar sus brutalidades y mondarse de risa con ellas. Todas contaban historias, unas eran de actualidad diaria porque se generaban en los tajos del mundo del trabajo, en las tiendas o en la convivencia con la familia y la vecindad; otras eran lo que a cada cual le había ocurrido en el pasado y, sobre todo, las que más deseaban escuchar eran las cosas que a María le habían ocurrido en Villargordo antes de emigrar o las que le pasaron en tierras catalanas.
Hay que resaltar que ella fue única e irrepetible pues tanto allí como aquí, por donde pasaba, protagonizaba escenas para el circo o el cine.

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