jueves, 16 de marzo de 2017

APODOS CON ORIGEN GRACIOSO

Colaboración de Paco Pérez
Capítulo II
“PESTAZO” Y “DIENTES DE JACA”
Hoy voy a recordar de estos dos paisanos, ya fallecidos, hechos por los que han pasado a la posteridad y que, de manera muy puntual, los recordamos cuando la ocasión lo requiere.
AntonioPestazo”, como hacían la inmensa mayoría de sus coetáneos, solía acudir después de comer al “Bar Gafas” para pasar la tarde jugando, a las cartas, unas partidas de “Tute reñido o individual”.

Quienes conocen las particularidades de este juego saben que la baraja tiene cuarenta cartas; se barajan bien; después se reparten, de una en una, trece a cada jugador y la sobrante queda de muestra. El jugador que va de mano comienza a tirar cartas y el que gana la última baza, de las trece que se disputan en cada juego, gana los diez últimos tantos.
Pues bien, Antonio en esa parte del juego fue donde alcanzó su notoriedad pues celebraba el llevarse la última baza como si hubiera ganado el juego y, aunque lo perdiera, siempre que se la llevaba decía:
- ¡¡¡Me apuntaré la porra esta vez pero las diez de últimas son mías!!!
Con el paso de los años, cuando dos villargordeños discuten, ésta disputa dialéctica suele acabar diciéndole el más dócil al que se sube de tono:
- Tú como “Pestazo”, siempre te gusta llevarte “Las diez de últimas”= “La razón”.
PedroDientes Jaca” fue un buen hombre que vivió teniendo pocas relaciones sociales, no le ocurría como al Sr. Antonio, y por esa razón su mundo era muy particular pues quedaba casi circunscrito a su trabajo, pasear y la familia.
Se hizo famoso porque cuando iba de boda se ponía también “agustico” y al llegar así al momento crucial de la fiesta pues los chistes y las expresiones volaban y animaban el ambiente. Pedro contaba también el suyo pero tuvo poca preocupación por el tema, no amplió el repertorio chistoso y siempre nos contaba el mismo. Como coincidió en más de una ocasión con los mismos paisanos pues se cundió por el pueblo esa circunstancia y ya le pedían los otros invitados que les contara un chiste. Él no se hacía rogar, lo contaba y todos se meaban de risa por lo gracioso que realmente era y porque lo veían a él cómo se reía después de contarlo. Incluso hubo veces en el que le sucedió como a los artistas, tuvo que volver a repetir la actuación por aclamación popular.
El “CHISTE” tenía una ambientación adecuada para aquella época y sus gentes, él formaba parte de ella y era muy adecuada para nuestro pueblo porque era lo que se había vivido. ARGUMENTO:
En aquellos años los hombres se empleaban en los trabajos de los cortijos y todas las mañanas el desayuno era unas “migas” que les hacía la señora “Casera” o el señor “aperaor”. Parece ser que este hombre tenía una habilidad muy grande para voltear las migas pues, una vez que llegaba su momento, lo hacía cogiendo la sartén del rabo, volteándolas y recogiéndolas de nuevo con ella para darles el punto último. 
Una mañana se levantaron, fueron a la cocina, se llevaron la sorpresa de que el “aperaor” no les había hecho las “migas” y entonces les informaron de que había muerto.
Todos estaban tristes y guardaban silencio pero en un momento éste se rompió cuando el “porquero”, un señor poco hablador, dijo muy preocupado:
- ¿Y ahora quién le va a dar la vuelta a las migas?
– No te preocupes, ya habrá quién las vuelque – lo tranquilizó otro.
Pedro popularizó este chiste y ya nos quedó esta expresión:
- ¡¡¡Ya habrá quién las vuelque!!!
Con las sencillas formas de vivir la vida que tuvieron estos dos villargordeños le regalaron a nuestras particularidades lingüísticas estas dos EXPRESIONES.

¡¡¡Gracias, allá donde estéis!!!

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